Tenía razón Paco López cuando decía que no tenía sentido que el granadinismo pensara en el Albacete sin haberle ganado antes a la Ponferradina. Y aunque el técnico valenciano vaticinó que el partido no iba a ser fácil, pocos pronosticaban una montaña rusa de emociones como la que se vivió este domingo en el Nuevo Los Cármenes.
En un multiverso más aburrido que éste, el 0-0 con el que se llegó al descanso sería sinónimo de partido cerrado y aburrido. Nada más lejos de la realidad. Pudo pasar de todo y en todas partes ya que Jorge Molina desaprovechó un mano a mano ante el portero, Uzuni falló un remate a bocajarro que era medio gol y, además de esto, Lacerda mandó un balón al poste en el minuto 1 y el ex rojiblanco Dani Ojeda desperdició un mano a mano con Raúl Fernández que hubiese puesto a los leoneses por delante antes de la hora del bocadillo.
Tras el descanso fue bastante evidente que el Granada necesitaba hacer rotaciones y, además de las obligadas salidas de los tocados Nueva y Jorge Molina por Jonathan Silva y Weissman, Paco López le dio entrada a Bryan Zaragoza para que el malagueño revolucionara el partido con esos movimientos suyos más propios de los Looney Toones que de los futbolistas suplentes de LaLiga Smart Bank. El canterano rojiblanco no tardó en arrancar la moto en uno de los primeros balones que recibió, se metió hasta la cocina rival, fue derribado y Myrto Uzuni festejó desde el punto de penalti su gol 19 de esta temporada. Todo iba sobre ruedas para un Granada que se relamía con la posibilidad de acabar la jornada a un punto del ascenso directo, pero la Ponferradina demostró que no había viajado hasta la capital de La Alhambra para hacer turismo. Pascanu y el inmortal Yuri le dieron la vuelta al marcador en un abrir y cerrar de ojos, en dos minutos para ser más exactos, y el Granada demostró que hay días en los que tener un centro del campo que sepa manejar los tiempos de los partidos es más apetecible que tener muchas individualidades. En el tiempo de descuento, cuando la afición rojiblanca empezaba a dar por hecha la primera derrota del Granada en casa esta temporada, Perea lanzó una falta que rebotó en un defensa, despistó a Abedzadeh y acabó siendo el 2-2 definitivo. Un resultado bastante justo porque ninguno de los dos contendientes mereció perder.