El Unicaja Málaga vapuleó al Covirán en el Palacio (69-101) en un partido en el que los de Pablo Pin ofrecieron la peor imagen de la temporada, siempre a remolque del equipo malagueño y sin dar señales de reacción.

El partido comenzó con un parcial de 0-7 para los costasoleños y aunque Luke Maye y Petit Niang intentaron cortar la sangría con sus puntos (el primer cuarto del choque acabó 14-20), los granadinos volvieron a salir dormidos en la segunda parte y al descanso todo parecía visto para sentencia (27-50).

Unicaja sentenció del todo el encuentro en el tercer cuarto y rotó en el último, en el que su afición lo pasó de lo lindo y la hinchada nazarí llegó a dedicarle algún pito a los suyos cuando parecía que se iban a dejar llevar y que no oponían ninguna resistencia a un Unicaja que parecía el equipo de los Monsters en Space Jam. En el último cuarto el Covirán maquilló algo el resultado gracias, en gran parte, a la cantidad de tiros libres que lanzó Ndoye, que solo acertó 6 de 15. No obstante, la aportación de Pere Tomas o Renfroe ayudó a que el marcador -pese a que reflejó el claro dominio del equipo malagueño- no fuese tan calamitoso como para preguntarse si el equipo nazarí, que tantas alegrías le ha dado a los suyos esta campaña, está capacitado para competir ante el Manresa. En principio, la afición granadina tiene motivos para confiar y pensar que lo de este sábado solo fue un accidente.

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